jueves, 20 de marzo de 2008

ESPIRITUALIDAD INTERCONFESIONAL...

ENTREVISTA A WILLIGIS JÄGER
Por Carlos Aguirre


"Tiene que venir un tiempo en que la institución se verá remplazada por la experiencia religiosa"

Nos encontramos con Willigis Jäger, monje benedictino, maestro regular Zen y condiscípulo de Enomiya Lassalle. Con ya varios títulos editados en nuestro mercado editorial este singular monje alemán es uno de los referentes de la renovación espiritual que la apertura de horizontes del Concilio Vaticano II ha amparado.

Generación XXI.- Tradicionalmente el cristianismo distinguía tres niveles de oración: la oratio, la meditatio y la contemplatio u oración sin objeto. Desde su punto de vista cuáles han sido los condicionantes de la pérdida y el olvido de la contemplación cristiana.

W. Jäger.- El marco cultural de la ilustración fue una causa importante. Éste pretendía presentar la religión desde la perspectiva de la ciencia. Otra causa importante fue la orientación que tomaron los ejercicios de San Ignacio al presentarse de una manera muy racionalizada. Yo no dudo que San Ignacio tuviera experiencias místicas pero lo cierto es que a sus ejercicios se les fue dando un contenido excesivamente centrado en lo racional. Desde entonces, la oración ha sido enfocada desde la razón, la memoria y la voluntad y, en realidad, estos ámbitos no tienen mucho que ver con la mística. Todo esto convierte los ejercicios de San Ignacio en un ejercicio meditativo al que se le confiere un contenido de índole intencional y moral. Otro motivo más ha sido el creciente legalismo. La mística siempre tendrá dificultades con las instituciones ya que éstas pretende delimitar las experiencias místicas de sus fundadores desde la razón. Esto genera muchas dificultades a la hora de interpretar y presentar la experiencia mística ya que, siendo así las cosas, es fácil que se planteen contradicciones con las formulaciones dogmáticas.

GXXI.- Algo central en su obra es la necesidad de una reinterpretación del cristianismo...


W. Jäger.- La verdad es algo a reinterpretar en cada generación, de acuerdo a la época que se vive y a la visión del mundo que esté vigente. Los dogmas cristianos fueron formulados en el contexto de una cosmovisión muy diferente a la de hoy en día. La visión del mundo y el marco antropológico actual son muy diferentes. Las ideas sobre el mundo han cambiado mucho. Cuando hoy en día encendemos la televisión se nos presentan asuntos sobre los genes, la neurología, la biología molecular, etc. Las actuales formas de pensar no se parecen en nada a las que las personas tenían antiguamente. Se trata de adecuar esta nueva cosmovisión con esas imágenes antiguas de la religión. El espíritu santo es algo vivo y dinámico, no es algo fijado en algún tiempo y que no cambia.

GXXI.- Muchos de sus planteamientos recuerdan a los de Joaquín de Fiore para el que la presente Edad del Hijo, significada en lo religioso por la Iglesia-Institución, se verá superada por la Edad del Espíritu, centrada en la mística y la experiencia espiritual.

W. Jäger.- Conozco la profecía de Joaquín de Fiore y me parece perfectamente aceptable. Lo que no sé si ésta sucederá exactamente tal y como él preveía. Lo cierto es que tiene que venir un tiempo, y creo que en efecto vendrá, en que la institución se verá remplazada por la experiencia religiosa, y ese tiempo será el de la actuación del espíritu. Este siglo entrante será el siglo de la metafísica, no el de los teólogos o los filósofos, sino el de la experiencia religiosa. Las religiones deben darse cuenta que su tarea es conducir a esa experiencia que sus libros proclaman, que sus dogmas aluden y sus ritos simbolizan.

GXXI.- Los últimos siglos parecen haber llevado a la religión a una situación de crisis. Pareciera que la Iglesia ha tenido grandes problemas para asumir e interpretar el devenir histórico...

W. Jäger.- Hay tres grandes sacudidas que ha vivido la religión hasta ahora. La primera la de Galileo y Copérnico al descubrir que la tierra no era el centro del cosmos. La segunda sería la teoría de la evolución de Darwin al colocar al hombre no como un ser único en el cosmos sino dentro del proceso biológico de la evolución. La tercera sacudida serían las investigaciones de Freud y Jung para los que la psique humana en parte estaría determinada, a priori, por toda un serie de energías psíquicas... A todo esto habría que añadir hoy en día los avances y conocimientos de la psicología transpersonal para la cual nuestro yo no es más que un centro de organización que nos permite funcionar. Así nuestra identidad auténtica estaría en nuestra propia profundidad.

Ante estas sacudidas siempre ha sucedido lo mismo. La Iglesia no ha querido aceptar estos conocimientos y se ha resistido a los mismos. Con el paso del tiempo va afianzándose la idea de que la razón, como fruto de la evolución natural, es algo muy valioso pero a la vez va cobrando importancia aquello que está más allá de la razón, y eso está aportando una base muy diferente a la teología. Todas estas sacudidas se hacen difíciles de aceptar si se estructura la religión desde una perspectiva legalista y exclusivamente racional. La teología no podía aceptar que el hombre no fuera tan diferente de las demás criaturas y que fuéramos un fruto de un proceso de evolución biológica.

GXXI.- Puede ser la experiencia interior un vehículo para el diálogo inter-religioso.

W. Jäger.- De momento de lo que se trata más bien en ese diálogo es de encontrar elementos comunes en las diferentes religiones, por ejemplo en los aspectos éticos. Estos diálogos descubren como todas las religiones apuntan a la caridad como a un factor esencial para su convivencia. Estas discusiones interconfesionales son muy importantes aunque para mí es mucho más importante la evidencia de una espiritualidad interreligiosa. Todas las religiones se basan en la experiencia originaria de sus fundadores, y esas experiencias eran experiencias místicas. Moisés tuvo su experiencia ante la zarza ardiente del Sinaí y Jesús en el momento de su bautizo y en el monte Tabor, y Sakyamuni Buda dio origen al budismo tras su experiencia mística y Muhammad fue también un místico. En el fondo las religiones no han hecho otra cosa que establecer aquello que sus fundadores experimentaron. Las religiones por ello deberían intentar conducir a sus miembros a ese género de experiencia que tuvieron sus fundadores. Si yo comparo las experiencias de éstos veo claramente que encontraron la misma y única verdad. Si han realizado realmente la experiencia de esa verdad sólo puede haber esa verdad en el origen de cada religión. A partir de ahí esta quedará formulada según la época y la cultura imperante.

En cualquier caso hay que considerar que muchas personas hoy en día no encuentran la fuerza necesaria para su vida en las verdades estipuladas de cada religión al tender estas a adoptar estas verdades dogmáticamente. Quiero volver a mencionar esa visión del mundo antiguo desde las que se formularon esas verdades y que hoy en día no encajan con la visión contemporánea del universo. Ni siquiera una interpretación actualizada es capaz de satisfacer a muchas personas en su deseo de experiencia religiosa. En este deseo de experiencia hay que ubicar el futuro de las religiones. Además, todo esto coincide con una apertura en nuestra capacidad para el ámbito de lo transpersonal. Los seres humanos se acercan a un nuevo nivel de la conciencia. La conciencia humana se ha ido desarrollando desde el nivel mágico al mítico, y desde el mítico al mental, y esta evolución no se va a quedar parada sino que seguirá hasta el nivel místico o transmental.

Por lo que se refiere a las religiones y culturas más antiguas, es verdad que en las mismas el chamanismo también buscaba esa dimensión de lo transpersonal y así podría ayudar a las personas a encontrar el verdadero sentido de la vida. Aunque hay que considerar sus connotaciones de carácter arcaico y mágico. Esto no lo hace practicable o válido para las personas de hoy en día.

GXXI.- Como monje benedictino, ¿qué supuso y qué supone el Zen para ti?

W. Jäger.- La relación entre el Zen y Contemplación viene dada porque ambos llevan a la experiencia de lo uno y lo único, y por que el camino que ambos recorren es el mismo. Se trata de relegar la actividad del yo. Mientras éste sea activo las experiencias transpersonales no podrán darse. Los maestros Zen, igual que el Maestro Eckhart o Juan de la Cruz, uno de los más grandes místicos de Occidente, intentan relegar la actividad del yo para que pueda aparecer algo que siempre es pero siempre está oculto por dicha actividad. Eckhart habla de una capacidad de percepción que se intensifica cada vez que mi yo queda relegado a un segundo plano. Eckhart afirma que si esto ocurre la divinidad se experimenta a sí misma... Entonces la ola experimenta que su identidad auténtica es el agua... Esto es lo que muestra el Zen y cualquier mística auténtica, aunque hay que considerar que cada mística se expresará en sintonía con su propio contexto histórico y cultural. Las afirmaciones de Eckhart y los maestros Zen son muy parecidas. Muy a menudo se expresa de una manera tan radical como lo hacen los propios maestros Zen. Por ejemplo cuando dice eso de "Si yo no existiera Dios no sería" se refiere a esa experiencia de unidad. Dios sólo puede ser Uno. Si yo participo en Dios y formo parte de ese Uno, y no pudiendo separarse parte alguna del Uno, o bien existe la totalidad, lo Uno, o nada existe. Así "Si yo no existiera Dios no sería". La ola podría decir: si no existiese yo, el mar no sería porque la ola es agua, igual que el océano entero. No se puede separar el océano de la ola.

En Japón me di cuenta que había personas que vivían en monasterios y que su única intención era practicar para hacer irrumpir toda esa dimensión de lo transpersonal. Seguramente ésa era la intención de las primeras comunidades cristianas pero nuestro mundo occidental, tan racional, olvidó todo esto. En el cristianismo siempre ha existido la teología negativa lo que le acerca mucho a la perspectiva del Zen, es decir, cualquier cosa que pueda decirse sobre Dios no se ajusta a Dios. En este sentido se ha hablado de una espiritualidad apofática antes que una catafática, es decir una espiritualidad que se aleja del concepto (fatis viene del griego y significa palabra). Lo apofático aludirá a un alejamiento del concepto. Este elemento apofático es el propio de la mística cristiana.

martes, 30 de octubre de 2007

"EL LIBRO TIBETANO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE" Sogyal Rimpoché

MÉTODOS DE MEDITACIÓN

Si su mente es capaz de asentarse naturalmente por su propia cuenta, y si encuentra usted que le inspira el mero hecho de reposar en su conciencia pura, no necesita ningún método de meditación. De hecho, cuando uno se halla en tal estado, cualquier intento de aplicar un método podría incluso resultar contraproducente. Sin embargo a la inmensa mayoría nos resulta difícil llegar de forma directa a ese estado. Sencillamente no sabemos cómo despertarlo, y nuestra mente es tan indócil y tan distraída que necesitamos un medio hábil, un método para inducirlo.

Por “hábil” quiero decir que se combinan la comprensión de la naturaleza esencial de la mente, el conocimiento de nuestros diversos y cambiantes estados de ánimo y la percepción profunda que hemos cultivado mediante la práctica para desarrollar la mejor manera de trabajar sobre uno mismo momento a momento. Reuniendo estas tres cosas, se aprende el arte de aplicar el método más apropiado para cada situación o problema particular, a transformar el ambiente mental.

Pero recuerde: un método es sólo un medio, no la meditación en sí. Practicando el método hábilmente es como se alcanza la perfección de ese estado puro de presencia total que es la auténtica meditación.

Hay un dicho tibetano muy revelador, Gompa may in, kompa yin, que significa literalmente: “Meditación” no es; “acostumbrarse a” sí es. Esto quiere decir que la meditación no es nada más que acostumbrarse a la práctica de la meditación. Como se ha dicho: “Meditación no es esforzarse, sino irse asimilando naturalmente a ella” Conforme vaya usted practicando el método, la meditación surgirá poco a poco. La meditación no es algo que usted pueda “hacer” sino algo que debe ocurrir espontáneamente, y sólo cuando hayamos perfeccionado la práctica.

Sin embargo, para que se produzca la meditación hay que crear condiciones serenas y auspiciosas. Antes de alcanzar el dominio de nuestra mente tenemos que calmar su entorno. De momento, la mente es como una llama de una vela: inestable, parpadeante, constantemente cambiante, avivada por el viento violento de nuestros pensamientos y emociones. La llama sólo arderá de forma estable cuando aquietemos el aire que la rodea, así que sólo podemos empezar a vislumbrar la naturaleza de la mente y a reposar en ella cuando hayamos apaciguado la turbulencia de nuestros pensamientos y emociones. Por otra parte, una vez que hayamos encontrado una estabilidad en nuestra meditación, los ruidos y perturbaciones de toda clase tendrán un impacto mucho menor.

En Occidente, la gente tiende a dejarse absorber por lo que yo llamo “la tecnología de la meditación”. Después de todo, el mundo moderno está fascinado por los mecanismos y las máquinas y es adicto a las fórmulas puramente prácticas. Pero el rasgo más importante, con mucho, de la meditación no es la técnica, sino el espíritu: la manera hábil, inspirada y creativa en que la practicamos, y que también podría denominarse “la postura”.


LA POSTURA

Los maestros dicen: “Si creas una condición auspiciosa en tu cuerpo y en tu entorno, la meditación y el conocimiento se presentarán automáticamente” Hablar de la postura no es una pedantería esotérica. El sentido de adoptar una postura correcta es el de crear un ambiente más estimulante para la meditación, para el despertar de Rigpa. Existe una relación entre la postura del cuerpo y la actitud de la mente. La mente y el cuerpo está relacionados entre sí, y la meditación se produce naturalmente cuando la postura y la actitud son inspiradas.
Si usted está sentado y su mente no está en completa sintonía con su cuerpo, si, por ejemplo, usted está inquieto y preocupado por algo, su cuerpo experimentará incomodidad física y se presentarán más fácilmente dificultades. Si por el contrario, su mente se halla en un estado sereno e inspirado, influirá en toda su postura y podrá usted sentarse de forma mucho más natural y sin esfuerzo. Así pues, es muy importante que una la postura de su cuerpo con la confianza que surge de su comprensión de la naturaleza de la mente.
La postura que voy a explicar aquí, puede diferir ligeramente de otras que conozca. Procede de las antiguas enseñanzas de Dzogchen y es la que me enseñaron mis maestros, y yo la he encontrado sumamente poderosa.
En las enseñanzas Dzogchen se dice que tu visión y tu postura deben ser como una montaña. La Visión es la recapitulación de toda la comprensión y percepción profunda de la naturaleza de la mente que se lleva a la meditación. Así, la Visión se traduce en la postura y la inspira, expresando el núcleo de nuestro ser en la manera de sentarnos.
Siéntese, pues, como si fuera usted una montaña, con toda la majestad firme y serena de la montaña. Una montaña está completamente cómoda y a gusto consigo misma, por fuertes que sean los vendavales que la azotan, por densos que sean los nubarrones que se arraciman en torno a su cumbre. Siéntese como una montaña, y deje que su mente vuele y se eleve.
En esta postura, lo más esencial es mantener la espalda recta, como “una flecha” o “una pila de monedas de oro”. La “energía interior “ o prana, podrá fluir entonces sin obstrucción por los canales sutiles del cuerpo, y la mente hallará su verdadero estado de reposo. No fuerce nada. La parte inferior de la columna tiene una curvatura natural; debe estar relajada, pero erguida. La cabeza debe estar cómodamente equilibrada sobre el cuello. Los hombros y la parte superior del tronco aportan la fuerza y la gracia de la postura, y deben sostenerse con vigoroso aplomo pero sin tensión.
Siéntese con las piernas cruzadas. No es necesario que adopte la postura completa del loto, a la que se concede mayor importancia en la práctica avanzada del yoga. Las piernas cruzadas expresan la unidad de la vida y la muerte, de lo bueno y lo malo, de los medios hábiles y la sabiduría, de los principios masculino y femenino, de samsara y nirvana; el humor de la no-dualidad.
También puede preferir sentarse en una silla con las piernas relajadas, pero procure tener siempre la espalda recta.
En mi tradición de meditación, los ojos han de estar abiertos: este es un punto muy importante.
Si usted es sensible a las perturbaciones exteriores, cuando empiece a practicar puede favorecerle cerrar los ojos un rato y volverse calladamente hacia su interior.
Una vez que se sienta establecido en calma, abra gradualmente los ojos y comprobará que su mirada se ha vuelto más sosegada y tranquila. Ahora mire hacia abajo, siguiendo la línea de la nariz, en un ángulo de unos 45 grados ante usted. Un consejo práctico: en general, cuando la mente está inquieta, es mejor bajar la mirada, y cuando está entorpecida y soñolienta, subirla.
Cuando su mente esté serena y empiece a surgir claridad de la percepción, se sentirá en libertad de alzar la mirada, abriendo más los ojos y contemplando el espacio que hay directamente ante usted. Esta es la mirada que se recomienda en la práctica Dzogchen.
En las enseñanzas Dzogchen se dice que tu meditación y tu mirada deben ser como la vasta extensión del gran océano, que lo abarca todo y es abierto e ilimitado. Del mismo modo en que la Visión y la postura son inseparables, también la meditación inspira la mirada, y ambas se funden en una.
Así pues, no enfoque la vista sobre nada en particular; vuélvase en cambio ligeramente hacia usted mismo y deje que su mirada se extienda y se vuelva cada vez más amplia y espaciosa. En ese momento descubrirá que hay más paz y compasión en su mirada, más ecuanimidad, más aplomo.
El nombre tibetano del Buda de la compasión es Chenrezig. Chen es el ojo, re es el rabillo del ojo, y zig, significa ver. Esto quiere decir que con su ojo compasivo Chenrezig ve las necesidades de todos los seres. Así pues, dirija la compasión que irradia de su meditación, suave y delicadamente, hacia sus ojos, de modo que su mirada se convierta en la propia mirada de la compasión, que lo abarca todo y es comparable al océano.
Existen varias razones para mantener los ojos abiertos. Con los ojos abiertos es menos probable que se duerma. Además, la meditación no es una manera de evadirse del mundo ni huir de él hacia una experiencia de trance o un estado alterado de conciencia. Por el contrario, es un camino directo que nos ayuda a comprendernos verdaderamente a nosotros mismos y a relacionarnos con la vida y el mundo.
Por consiguiente, durante la meditación mantenga lo ojos abiertos, no cerrados. En lugar de excluir la vida, permanece usted abierto y en paz con todo. Deje abiertos todos sus sentidos – el oído, la vista, el tacto – con naturalidad, tal como son, sin aferrarse a sus percepciones. Como decía Dudjom Rimpoché: “Aunque se perciben formas diversas, en esencia están vacías; sin embargo, en la vacuidad se perciben formas. Aunque se oyen sonidos diversos, están vacíos; sin embargo, en la vacuidad se perciben sonidos. También surgen pensamientos diversos; están vacíos, pero en la vacuidad se perciben pensamientos” Vea lo que vea, oiga lo que oiga, déjelo estar sin aferrarlo. Deje el oír en el oír, deje el ver en el ver, sin permitir que el apego intervenga en la percepción.
Según la práctica especial de la luminosidad de las enseñanzas Dzogchen, toda la luz de su energía-sabiduría reside en el centro del corazón, que está conectado con los ojos por los “canales de sabiduría”. Los ojos son “las puertas” de la luminosidad, de forma que debe dejarlos abiertos para no bloquear estos canales de sabiduría.
Cuando medite, deje la boca ligeramente abierta, como si fuera a exclamar un profundo y relajante “Aaaaah”. Según se dice, al mantener la boca ligeramente abierta y respirar principalmente por ella es menos probable que surjan los “vientos kármicos” que originan los pensamientos discursivos y crean obstáculos en la mente y en la meditación.
Deje que las manos reposen cómodamente sobre las rodillas. Esta postura se llama la “de la mente en comodidad y reposo”

En esta postura hay una chispa de esperanza, un humor juguetón, que reside en el entendimiento secreto de que todos poseemos la naturaleza de buda. Así, al adoptar esta postura, está usted como jugando a imitar un buda, reconociendo y alentando verdaderamente el surgimiento de su propia naturaleza de buda. De hecho, empieza usted a respetarse como a un buda en potencia. Al mismo tiempo, sigue usted reconociendo su condición relativa. Pero, puesto que se ha dejado inspirar por una alegre confianza en su propia naturaleza de buda, puede aceptar más fácilmente sus aspectos negativos y afrontarlos más afectuosamente y con más humor. Así pues, cuando medite, invítese a percibir la autoestima, la dignidad y la poderosa humildad del buda que es usted. Suelo decir con frecuencia que se deja inspirar sencillamente por esta gozosa confianza, ya es suficiente: de esta comprensión y confianza surgirá espontáneamente la meditación.
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(Pág.94 a 98.: Capítulo Cinco: “LLEVAR LA MENTE A CASA”)

jueves, 30 de agosto de 2007

"SINCRODESTINO" de Deepak Chopra

Meditación y Mantras

La herramienta más poderosa que tenemos para aprender a vivir el sincrodestino, para distinguir los patrones de interconexión del Universo, para hacer milagros a partir de nuestros deseos, es la meditación. La meditación permite colocar nuestra atención e intención en los planes más sutiles, con lo que podemos acceder a toda esa información y energía oculta y sin explorar.
Si tu médico te prescribiera caminar durante veinte minutos dos veces al día y te dijera que con esas caminatas obtendrás buena salud, tranquilidad, despreocupación, mayor éxito en tu vida personal y profesional, ¿seguirías su recomendación? La mayoría al menos lo intentaría. La prescripción del sincrodestino es meditar entre quince y veinte minutos dos veces al día, más un momento para cursar una invitación a tus arquetipos (tal como se describe en el capítulo anterior). Si haces esto dos veces al día, empezarás a notar una transformación en tu vida. El resto del tiempo seguirás actuando como lo has hecho siempre.
Medita en la mañana, vive el resto del día y vuelve a meditar en la noche. Eso es todo lo que necesitas para iniciar la transformación de tu vida y la creación de los milagros que quieres.

Todo lo que has leído en este libro ha sido una preparación para la práctica de la meditación que te llevará a la iluminación y a vivir el sincrodestino. Esos conocimientos no son necesarios, pero son divertidos. Si tuviéramos que entender física cuántica para para alcanzar la iluminación, sólo los físicos cuánticos lo lograrían. Curiosamente, los grandes pioneros de la física cuántica, también promovieron la causa del espíritu al cuestionar el significado más profundo de la vida. Entre estos notables científicos están Wolfang Puli, quien junto a Carl Jung, fue el primero que habló de sincronicidad. Edwin Schroedinger, Paul Dirac, Werner Hesenberg, Max Planck, David Bohm y John Wheeler son otros que creyeron que la física cuántica es inexplicable si no incluímos la conciencia como un componente primario de la realidad fundamental. No obstante, no es necesario saber de religión, filosofía o ciencia para acceder al espíritu. Todo lo que tienes que hacer es prestar atención a las instrucciones que siguen.

La meditación es un proceso sencillo aunque difícil de describir, pero muy fácil de hacer una vez que empiezas a practicarlo con regularidad. A continuación te presentaré los elementos básicos de la meditación para que puedas aplicar exitosamente los principios del sincrodestino que se describen en el resto del libro.


Cómo meditar

Nuestras mentes están constantemente activas, siempre saltan de un pensamiento a otro, de una emoción a otra. Para establecer contacto con la inteligencia no circunscrita (el alma universal que reside en nuestro interior y que es parte de todos nosotros) es necesario encontrar un camino que vaya más allá de la neblina de pensamientos distractores que normalmente la ocultan. Es imposible avanzar a través de esta barrera tanto como lo es hacerlo en una neblina real. Si quieres ver al otro lado de la calle en un día de niebla, nada físico que hagas podrá ayudarte. Debes esperar, paciente y tranquilo, hasta que la neblina se disipe y se vaya por sí sola. De vez en cuando se abren claros que te permiten ver qué hay del otro lado. Lo mismo ocurre con los pensamientos. Cuando estamos tranquilos podemos encontrar momentos de silencio puro a los que llamo “claros”, y a través de ellos podemos dar un vistazo al nivel más profundo del alma. Cada vistazo incrementa la comprensión; finalmente, nuestra conciencia se expande.

El propósito de la meditación es dejar de pensar por un momento, esperar que la neblina de pensamientos se disipe y dar un vistazo al espíritu interior. Para la mayoría es muy difícil controlar el torrente de pensamientos. Los principiantes pueden sentirse frustrados, pero la frustración es apenas otro pensamiento, otra emoción que se interpone en el camino. El objetivo es liberar todos los pensamientos con tranquilidad y mesura.

Una manera común de iniciar la meditación, consiste en concentrarse en una cosa sin forzarse; de manera que sea más difícil que otros pensamientos entren en la mente. A mí me gusta empezar con una meditación de respiración. Para iniciar la meditación, encuentra una posición cómoda. Siéntate en una silla cómoda con los pies bien apoyados en el piso. Coloca las manos en tu regazo, con las palmas hacia arriba. Cierra los ojos y presta atención a tu respiración. Observa cómo entra y sale el aire sin intentar controlarlo de ninguna forma. Tal vez notes que tu respiración se vuelve espontáneamente más rápida o más lenta, profunda o superficial, o que incluso se detiene por un momento. Observa los cambios sin resistencia y sin anticiparte. Cuando tu atención se desvíe hacia un sonido del entorno, una sensación en tu cuerpo o un pensamiento de tu mente, haz volver tu conciencia, sin forzarla, a tu respiración.

Esta es la meditación básica. Una vez que una persona se siente cómoda con sólo sentarse en silencio y concentrarse en su respiración, recomiendo agregar un mantra, el cual crea un ambiente mental y permite expandir la conciencia.

Mantras

La palabra mantra consta de dos partes: “man”, que es la raíz fonética de la palabra “mente” y “tra”, que es la raíz fonética de la palabra “instrumento”. Así pues, la palabra mantra significa literalmente “instrumento de la mente”. La antigua tradición de sabiduría védica analizó los distintos sonidos de la naturaleza, las vibraciones fundamentales del mundo que nos rodea. De acuerdo con los vedas, estos sonidos son expresiones de la mente infinita o cósmica, y constituyen la base del lenguaje humano. Por ejemplo, si pronuncias todas las letras del alfabeto, vocales y consonantes, escucharás que esos sonidos son los que emiten espontáneamente todos los bebés. Estos sonidos también contienen las mismas vibraciones que producen los animales. Y si escuchas cuidadosamente, notarás que los mismos sonidos están por todas partesa en la naturaleza. Son los sonidos del viento, del crepitar del fuego, del trueno, de la corriente del río, del estallido de las olas en la playa. La naturaleza es vibración. El ser infinito vibra y su vibración es rítmica, musical y primordial. La vibración es el medio por el cual el potencial infinito se expresa como universo manifiesto.

El universo manifiesto, al parecer formado de objetos sólidos, en realidad se constituye de vibraciones, y los objetos vibran a distintas frecuencias. Obviamente, si pateo una roca grande no siento vibración, sino dolor. Sin embargo, el hecho es que el pie que siente el dolor y el cerebro que lo registra, también son vibración. La vibración interactúa con la vibración y nosotros interpretamos eso como materia y sensación. Mantra es una palabra que describe esta característica del Universo.

Se dice que los sabios antiguos escuchaban estas vibraciones del Universo cuando estaban en profunda meditación. Todos podemos escucharlas en cualquier momento. Es sencillo. Si acallas tu mente y te sientas en silencio, escucharás vibraciones. Puedes probarlo cuando quieras, incluso si te tapas los oídos las escucharás. Tu cuerpo también vibra con constancia, pero los sonidos son tan leves que, por lo general, no los escuchas. Si te sientas en silencio, en un lugar donde no haya ruido, escucharás un zumbido de fondo en el aire. Y si empiezas a prestarle atención, con la práctica lograrás escuchar todos los mantras que están registrados en la literatura védica.

Los vedas también afirman que si recitas en voz alta un mantra, su patrón específico de vibraciones genera efectos propios que pueden dar lugar a sucesos en el ámbito físico. La recitación mental de un mantra genera una vibración mental, que luego se vuelve más abstracta; ésta al final, te traslada al campo de la conciencia o espíritu puro desde donde surgió la vibración. Por ello, un mantra es una manera muy eficaz de trascender y regresar a la fuente de pensamiento, que es conciencia pura. Esta es la
razón por la que se recomiendan mantras específicos: por las vibraciones específicas que inducen.

El mantra que utilizo y recomiendo para alcanzar el sincrodestino es simplemente “so-hum”. Este es el mantra de la respiración. Si te concentras en tu respiración escucharás “so-hum” conforme el aire entra y sale de tus pulmones. Mientras inhalas, el sonido de esa vibración es “so”; cuando exhalas, el sonido es “hum”. Si quieres puedes experimentar con esto. Inhala profundamente, cierra los ojos y la boca y exhala con energía por la nariz. Si te concentras escucharás el “hum” con claridad.

Una de las técnicas de la meditación consiste, simplemente en concentrarse en el lugar de procedencia de la respiración. Con los ojos cerrados, inhala y piensa en la palabra “so”; cuando exhales, piensa en la palabra “hum”. Gradualmente, la respiración y el sonido se harán más pausados. La respiración se tranquiliza tanto que parece detenerse. Cuando tranquilizas tu respiración, tranquilizas tu mente. Cuando trasciendes, el mantra “so-hum” desaparece por completo y tu respiración se detiene por un instante. El tiempo mismo hace una pausa y te encuentras en el campo de la conciencia pura, en el ámbito no circunscripto, en el espíritu, en el fundamento del ser.

El mantra, por lo tanto, es una forma de experimentar la conciencia no circunscripta. Aborígenes australianos, hindúes, indios americanos y muchas otras culturas tradicionales los han utilizado durante miles de años. En todas las tradiciones, el uso de mantras implica cantar para crear vibraciones especiales, sonidos de Universo que forjan algo de la nada, que mueven energía de lo no manifiesto a lo manifiesto.

Sutra

Un sutra es un mantra con significado. El mantra en sí mismo no significa nada; es sólo una vibración, un sonido. Se convierte en sutra cuando hay una intención codificada en el sonido. “Sutra” es un palabra en sánscrito que deriva de la voz latina “sutre”. Ésta es la raíz de la palabra castellana “suturar” que significa “unir con costura”. Un sutra es literalmente un zurcido en el alma, un zurcido de intención. Tanto los mantras como los sutras nos permiten trascender a una conciencia más profunda. Puedes utilizar el mantra “so-hum” para trascender y después una palabra, un sutra, para sembrar una intención particular en tu conciencia.

Los mensajes de los sutras son simples y complejos al mismo tiempo. Puede tomarme todo un día o la mitad del libro, explicar y comprender el sutra: “aham brahamasmi” (“la esencia de mi ser es la realidad última, raíz y sustento de todo lo que existe”). Sin embargo, él mismo contiene la comprensión plena de ese complejo pensamiento. El sutra, esa frase, encierra su comprensión total. Con sólo ponerle atención experimentarás y comprenderás la explicación de su contenido.

Hay mantras y sutras que han sido utilizados provechosamente durante miles de años y que encontrarás en los capítulos que siguen. Son un camino para llegar al sincrodestino. Aunque las palabras en sánscrito que expresan esos sutras te suenen extrañas, eso no les resta efectividad. No tienen que entender su significado para que funcionen. Recuerda: son los sonidos de la naturaleza e incluyen su significado. El alma entenderá su significado aún cuando tú no puedas.

¿Por qué se utilizan como mantras y sutras estas antiguas palabras, en vez de otras más modernas? La respuesta tiene que ver con la potencia.La utilización de mantras y sutras nuevos dificulta el proceso de experimentar la sincronicidad. Puedo ir de mi casa a la oficina de muchas maneras: puedo tomar la carretera; guiarme con un mapa de carreteras o con uno topográfico; tomar un helicóptero; ir al muelle y tomar un barco. Sin embargo, si tomo un camino bien andado, conocido y que he tomado muchas veces, el viaje será más fácil. Del mismo modo, los mantras y sutras que han sido utilizados durante miles de años, por millones de personas a lo largo de las generaciones, constituyen la ruta más sencilla hacia la trascendencia y el ámbito no circunscrito.
Hay una razón más para utilizar algo que ha sido empleado muchas veces antes para un propósito particular. Cada vez que se utiliza un mantra o un sutra, se incrementan las posibilidades de que se produzca un resultado similar en un uso posterior de ese mantra o sutra. Recordarás que en la disertación sobre la onda-partícula en el capítulo 1 vimos que cada vez que una onda-partícula se transforma en un patrón de onda específico, se incrementan las posibilidades de que se transforme en el mismo patrón de onda en el futuro.


En realidad, los sutras son intenciones que aumentan las probabilidades estadísticas de conversión de una función de onda, dentro de un rango de probabilidades previsible. Esto significa que mientras más se utilice un sutra, mayor es la probabilidad de que su intención se cumpla. Por ello, es mejor usar un sutra antiguo y muy usado que uno nuevo. Procura no desanimarte por el uso del sánscrito; considera a estas antiguas palabras como aliadas, en tu búsqueda de la trascendencia que lleva al sincrodestino.
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De: CÓMO DESPEJAR LOS CAMINOS DEL DESTINO (2 da PARTE)

martes, 28 de agosto de 2007

"TEOLOGIA CUÁNTICA" Diarmuid O'Murchu

EL CAMINO A LA ILUMINACIÓN

Si sacamos inspiración de la luz solar, lunar o estelar depende en gran parte en cómo nos conectamos con la Luz dentro nuestro. Los místicos, los sabios y los filósofos de todas las eras y culturas han buscado la iluminación, no sólo el entendimiento intelectual o el conocimiento esotérico, sino un sentido de lo que es la vida, una inexplicable convicción de que, a pesar de todas las paradojas y contradicciones, todo está unido. La luz se destaca dominantemente en cómo las personas tienden a escribir sus experiencias “místicas”(Ardí, 111979). Algunas personas dedican toda su vida a buscar la iluminación, ya sea en un laboratorio científico o en un monasterio apartado. Y en el mundo confuso y descarriado de hoy, hay esperanza de lograr esta sabiduría más profunda en la ruta del LSD u otra utopía inventada por los humanos.
En años recientes, ha habido un resurgimiento de la meditación, como método o técnica para lograr la iluminación. Esto ha sido principalmente un desarrollo oriental, pero ha tenido una influencia amplia en el Occidente. Las personas han aprendido a meditar por un gran número de razones, algunos se han ido a India y vivido con un gurú por algún tiempo Ya sea simplemente como medio de relajación o como búsqueda de la paz interior, ya sea por razones puramente personales o por razones altamente espirituales, la meditación ha prendido en millones de personas tanto en Oriente como en occidente y parece encarnar una profunda importancia cultural para nuestro tiempo.
La meditación ha sido descrita como el arte del centramiento: poner juntas las diversas energías de atención para asentarme en el centro de mi ser. Es un proceso que facilita el movimiento interno (interioridad más que introspección), el poner en calma las sensaciones y sentimientos, una alerta mental, y una disposición general hacia la apertura y la receptividad.
Usamos la palabra meditación, para cualquier medio que usemos para volvernos hacia adentro y desde nuestra conciencia ir a la experiencia de la verdad pura o Dios por medio de nuestro inconsciente.
Frecuentemente, usamos la analogía de los icebergs en el océano, para explicar el proceso de la meditación. La mente conciente es como una octava parte del iceberg que aparece en la superficie. El subconsciente es la siete octava partes que no son visibles. Más allá del subconsciente, está el inconsciente colectivo, la noosfera, la conciencia universal, o el Dios cabeza total. Este inconsciente colectivo es como el oéano donde flotan los iceberg. Este océano no es sólo es medio de comunicación entre los icebergs, sino la colección de la verdad total a la que, como icebergs individuales, tenemos acceso. Por medio de la meditación, nos contactamos con la verdad total; trascendemos nuestras limitaciones finitas y os comunicamos con los otros.
La meditación es un tipo de proceso de afinación que facilita la comunicación entre mi ser y el “ser” de la vida en el mundo alrededor mío (Dios, si lo deseas). Así se convierte en una experiencia transformadora más que pasiva, empiezo a ver, sentir, saber, intuir en una manera diferente y más sensible, y esto colorea mis actitudes y valores junto a la calidad de mi acción. La meditación no es acción o no acción; es un estado diferente de existencia que incluye a ambas. Es religiosa en su sentido pleno, sin embargo trasciende todas nuestras categorías religiosos. Es el escenario del puro misterio y la experiencia que se tiene es de confianza que, en el análisis final, nuestra relación con el misterio es benévola.
Se puede describir también la meditación, como un estado de iluminación que provee al que medita una mayor claridad de visión, una disposición más abierta y receptiva, el acceso a la sabiduría más profunda, y el sentido de estar interconectado con la totalidad de la vida. Se ha llevado a cabo un número de estudios fisiológicos en los meditadores tanto durante o después de la experiencia de la meditación. Se ha descubierto un estado incrementado de sincronización en toda la corteza cerebral que sugiere un naturaleza holográfica en la actividad cerebral. Se ha sugerido que durante la meditación la información codificada acerca del universo se decodifica holográficamente, y el individuo experimenta un estado de conciencia unitiva con el universo entero.
El potencial para ser personas más iluminadas y relacionarnos con la vida de una manera más iluminada, no parece haberse realizado. En este momento de nuestro despliegue humano y evolutivo, nuestra capacidad y necesidad de convertirnos en personas más iluminadas están evocando nuevas formas de conectarnos con las fuentes de la sabiduría universal. Por supuesto, la meditación es una fuente antigua de sabiduría, pero su popularidad hoy entre personas de diversos antecedentes culturales y espirituales, parece sugerir que está mediando algo de inmensa importancia para nuestros tiempos.
Hay varios métodos o técnicas de meditación Siguiendo las grandes tradiciones místicas de nuestro mundo, podríamos decir de que no somos nosotros los que meditamos, sino que la fuerza de vida medita dentro de nosotros. La meditación es una cuestión de dejar ir, liberar los apoyos, los apegos, el deseo de poder y de control que ha dominado nuestra mente y psiquis occidentales.
El modo místico de meditación es disponerse, en silencio y soledad, a las vibraciones del poder interior, especialmente al recurso interior que nosotros los cristianos llamamos “gracia”. Tanto en Oriente como en Occidente, está la tradición bien establecida de la Oración Centrante, algunas veces llamada meditación de mantra; la Oración de Jesús del Occidente y la Meditación Trascendental de Oriente son las versiones más conocidas. En este enfoque, se pone el énfasis en reunir nuestras energías dispersas para poderlas usar en una forma más creativa y holística.
En la tradición budista hay un fuerte énfasis en la concentración (especialmente de la respiración) para llevar a la mente a un estado de quietud en donde comienza la iluminación.

Matthew Fox (1983, 188-200) dedica una tensión considerable a la noción de la meditación por medio del arte, un medio creativo que desata las energías reprimidas y no integradas para usarlas de una manera nueva en una vida más integrada. En la descripción de Fox, el arte puede tener la forma de música, escultura, poesía o movimiento (danza). A menudo la psicoterapia moderna utiliza estos enfoques para ayudar al paciente a estar más centrado, concentrado e integrado en su conducta.

Por último, necesitamos enfatizar que la meditación es un derecho natural, una potencia que espera su realización dentro de cada ser humano. Hoy hay peligro de percibir la meditación con una habilidad altamente especializada que comprar con dinero o aprender de un texto. Estamos en peligro de trivializar esta facilidad preciada que, a pesar de ser innata al ser humano, necesita de cuidado tierno y atento por parte de los meditadores experimentados, ya sean gurúes espirituales, artistas creativos, místico, o directores espirituales.

Como medio de iluminación, la meditación abre nuevos horizontes de luz, esperanza, belleza, y verdad. Nos reconecta con la bondad fundamental por la cual la vida se saborea y prospera. Nos desafía a inflamar la Luz verdadera que enciende, da vida, purifica y santifica. Nos ayuda a dar ese salto cuántico de mente y espíritu que compele a la creencia en y al compromiso con el proceso evolutivo que se va desplegando y que es benigno en su orientación fundamental.

(SEXTA PARTE - Capítulo Doce)