martes, 28 de agosto de 2007

"TEOLOGIA CUÁNTICA" Diarmuid O'Murchu

EL CAMINO A LA ILUMINACIÓN

Si sacamos inspiración de la luz solar, lunar o estelar depende en gran parte en cómo nos conectamos con la Luz dentro nuestro. Los místicos, los sabios y los filósofos de todas las eras y culturas han buscado la iluminación, no sólo el entendimiento intelectual o el conocimiento esotérico, sino un sentido de lo que es la vida, una inexplicable convicción de que, a pesar de todas las paradojas y contradicciones, todo está unido. La luz se destaca dominantemente en cómo las personas tienden a escribir sus experiencias “místicas”(Ardí, 111979). Algunas personas dedican toda su vida a buscar la iluminación, ya sea en un laboratorio científico o en un monasterio apartado. Y en el mundo confuso y descarriado de hoy, hay esperanza de lograr esta sabiduría más profunda en la ruta del LSD u otra utopía inventada por los humanos.
En años recientes, ha habido un resurgimiento de la meditación, como método o técnica para lograr la iluminación. Esto ha sido principalmente un desarrollo oriental, pero ha tenido una influencia amplia en el Occidente. Las personas han aprendido a meditar por un gran número de razones, algunos se han ido a India y vivido con un gurú por algún tiempo Ya sea simplemente como medio de relajación o como búsqueda de la paz interior, ya sea por razones puramente personales o por razones altamente espirituales, la meditación ha prendido en millones de personas tanto en Oriente como en occidente y parece encarnar una profunda importancia cultural para nuestro tiempo.
La meditación ha sido descrita como el arte del centramiento: poner juntas las diversas energías de atención para asentarme en el centro de mi ser. Es un proceso que facilita el movimiento interno (interioridad más que introspección), el poner en calma las sensaciones y sentimientos, una alerta mental, y una disposición general hacia la apertura y la receptividad.
Usamos la palabra meditación, para cualquier medio que usemos para volvernos hacia adentro y desde nuestra conciencia ir a la experiencia de la verdad pura o Dios por medio de nuestro inconsciente.
Frecuentemente, usamos la analogía de los icebergs en el océano, para explicar el proceso de la meditación. La mente conciente es como una octava parte del iceberg que aparece en la superficie. El subconsciente es la siete octava partes que no son visibles. Más allá del subconsciente, está el inconsciente colectivo, la noosfera, la conciencia universal, o el Dios cabeza total. Este inconsciente colectivo es como el oéano donde flotan los iceberg. Este océano no es sólo es medio de comunicación entre los icebergs, sino la colección de la verdad total a la que, como icebergs individuales, tenemos acceso. Por medio de la meditación, nos contactamos con la verdad total; trascendemos nuestras limitaciones finitas y os comunicamos con los otros.
La meditación es un tipo de proceso de afinación que facilita la comunicación entre mi ser y el “ser” de la vida en el mundo alrededor mío (Dios, si lo deseas). Así se convierte en una experiencia transformadora más que pasiva, empiezo a ver, sentir, saber, intuir en una manera diferente y más sensible, y esto colorea mis actitudes y valores junto a la calidad de mi acción. La meditación no es acción o no acción; es un estado diferente de existencia que incluye a ambas. Es religiosa en su sentido pleno, sin embargo trasciende todas nuestras categorías religiosos. Es el escenario del puro misterio y la experiencia que se tiene es de confianza que, en el análisis final, nuestra relación con el misterio es benévola.
Se puede describir también la meditación, como un estado de iluminación que provee al que medita una mayor claridad de visión, una disposición más abierta y receptiva, el acceso a la sabiduría más profunda, y el sentido de estar interconectado con la totalidad de la vida. Se ha llevado a cabo un número de estudios fisiológicos en los meditadores tanto durante o después de la experiencia de la meditación. Se ha descubierto un estado incrementado de sincronización en toda la corteza cerebral que sugiere un naturaleza holográfica en la actividad cerebral. Se ha sugerido que durante la meditación la información codificada acerca del universo se decodifica holográficamente, y el individuo experimenta un estado de conciencia unitiva con el universo entero.
El potencial para ser personas más iluminadas y relacionarnos con la vida de una manera más iluminada, no parece haberse realizado. En este momento de nuestro despliegue humano y evolutivo, nuestra capacidad y necesidad de convertirnos en personas más iluminadas están evocando nuevas formas de conectarnos con las fuentes de la sabiduría universal. Por supuesto, la meditación es una fuente antigua de sabiduría, pero su popularidad hoy entre personas de diversos antecedentes culturales y espirituales, parece sugerir que está mediando algo de inmensa importancia para nuestros tiempos.
Hay varios métodos o técnicas de meditación Siguiendo las grandes tradiciones místicas de nuestro mundo, podríamos decir de que no somos nosotros los que meditamos, sino que la fuerza de vida medita dentro de nosotros. La meditación es una cuestión de dejar ir, liberar los apoyos, los apegos, el deseo de poder y de control que ha dominado nuestra mente y psiquis occidentales.
El modo místico de meditación es disponerse, en silencio y soledad, a las vibraciones del poder interior, especialmente al recurso interior que nosotros los cristianos llamamos “gracia”. Tanto en Oriente como en Occidente, está la tradición bien establecida de la Oración Centrante, algunas veces llamada meditación de mantra; la Oración de Jesús del Occidente y la Meditación Trascendental de Oriente son las versiones más conocidas. En este enfoque, se pone el énfasis en reunir nuestras energías dispersas para poderlas usar en una forma más creativa y holística.
En la tradición budista hay un fuerte énfasis en la concentración (especialmente de la respiración) para llevar a la mente a un estado de quietud en donde comienza la iluminación.

Matthew Fox (1983, 188-200) dedica una tensión considerable a la noción de la meditación por medio del arte, un medio creativo que desata las energías reprimidas y no integradas para usarlas de una manera nueva en una vida más integrada. En la descripción de Fox, el arte puede tener la forma de música, escultura, poesía o movimiento (danza). A menudo la psicoterapia moderna utiliza estos enfoques para ayudar al paciente a estar más centrado, concentrado e integrado en su conducta.

Por último, necesitamos enfatizar que la meditación es un derecho natural, una potencia que espera su realización dentro de cada ser humano. Hoy hay peligro de percibir la meditación con una habilidad altamente especializada que comprar con dinero o aprender de un texto. Estamos en peligro de trivializar esta facilidad preciada que, a pesar de ser innata al ser humano, necesita de cuidado tierno y atento por parte de los meditadores experimentados, ya sean gurúes espirituales, artistas creativos, místico, o directores espirituales.

Como medio de iluminación, la meditación abre nuevos horizontes de luz, esperanza, belleza, y verdad. Nos reconecta con la bondad fundamental por la cual la vida se saborea y prospera. Nos desafía a inflamar la Luz verdadera que enciende, da vida, purifica y santifica. Nos ayuda a dar ese salto cuántico de mente y espíritu que compele a la creencia en y al compromiso con el proceso evolutivo que se va desplegando y que es benigno en su orientación fundamental.

(SEXTA PARTE - Capítulo Doce)

2 comentarios:

LUCA dijo...

Es el mejor libro que he leìdo, de una profundidad que no tiene precio, gracias a este autor, se renueva la esperanza de muchos y muchas religiosas.
Hay que mirar lejos, como lo hizo Jesús y pasar por la cruz.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo, Luca. Me alegra saber que has disfrutado de su lectura.

Tengo la suerte de conocerlo personalmente, y se desvive por devolver la esperanza a los religiosos. En el mundo religioso anglosajón es un best-seller, cada uno de sus libros ofrece intuiciones nuevas y creativas para afrontar el futuro.
Diarmuid O'Murchú se define como un escritor que escucha los signos de los tiempos. No quiere ser visto como un teólogo, ni un filósofo, ni emite verdades dogmáticas. Sólo desea movernos a la reflexión como personas maduras y responsables.
Saludos.